343 - Bergoglio resistido

1.- 14 audiencias le pidió Bergoglio a Cristina, y ella no lo recibió

Provocó sorpresa que Cristina Fernández de Kirchner, en su carta al papa Francisco —más allá de su tono estrictamente protocolar—, se presentará como Dra. Los presidentes no firman anteponiendo su título universitario. 

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En verdad, las personas educadas sólo anteceden el título a su nombre cuando se trata de una cuestión exclusivamente profesional (se trata de informar un título, no de fanfarronear honores). Luego, los abogados son mal llamados "doctores" aunque la mayoría no lo son. Doctor en Ciencias Jurídicas es una categoría a la que Cristina Fernández no llegó, y mucha controversias existen acerca de la calidad de su propio título de Licenciada en Abogacía. 

Cristina usurpando títulos y honores fue muy comentado como consecuencia de esa misiva al Papa argentino. Y fue el arranque de otras reflexiones, que el autor de la nota puso en negro sobre blanco:

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Diario Perfil). Nunca lo recibió. Nunca quiso recibirlo en su gobierno. A pesar de que Jorge Bergoglio, según se contaba en sus inmediaciones, al menos en catorce oportunidades intentó conseguir audiencia con la Presidenta. Y nadie imagina que esos pedidos de diálogo estuvieran vinculados a nimios problemas personales o a intereses espurios. Curiosamente ahora, en este viaje a Roma de Cristina de Kirchner, se vuelve paradojal aquel olímpico desprecio para recibir a ese curita de parroquia que oficiaba en la Catedral. Más: podría decirse que Ella disfrutaría como una elegida si en el trámite de la asunción papal fuera distinguida con una deferencia, una entrevista, y sobre todo una fotografía. Sabrá Dios, y en todo caso su vicario católico, lo que habrá de ocurrir este martes si Ella vuela. La etapa previa estuvo regida por una felicitación gélida a Francisco, encabezada en “mi nombre” y luego en “el del pueblo”, para más tarde aconsejarlo en un discurso sobre cómo dirigir la Iglesia Católica al tiempo que lo reconocía como delegado religioso latinoamericano, salteándose su origen argentino. Demasiadas prevenciones, atajos y subterfugios para observar un hecho universal, referido a 1.200 millones de católicos, como si ello estuviera relacionado con su gestión. Explicable la reserva: se debe admitir que el matrimonio Kirchner se revolvía contra Bergoglio desde los tiempos en que gobernaba Néstor, sobre todo después de una homilía (2004) en la que el cardenal aludió, entre otros puntos sensibles, a la corrupción. Por aquella época, enfurecido, el jefe de Estado llegó a hablar de que el Diablo podía estar bajo una sotana, ordenó revisar los aportes del Estado a la Iglesia y, como represalia pública, suspendió el tedéum en la Catedral para volver afónica la voz de Bergoglio. Y, en compensación oral, le cedió ese rubro estelar a un obispo favorito de provincia (Maccarone, Santiago del Estero), el mismo que luego –videos mediante, tan salaces como el de algunas actrices de moda– debió ser exiliado por debilidades sexuales frecuentes en otros sacerdotes del mundo. Fracasó esa experiencia sustituta con un cura de perfil más progresista que Bergoglio, pero tampoco prosperó inclinarse por otro de tendencia más de derecha y al borde de la jubilación (tarea de cooptación encarnada por Julio De Vido, igual a la que realiza con los intendentes), un prelado que rondó en ocasiones por la Casa Rosada y en sus visitas proveía de vírgenes de Luján de yeso, de tamaños diversos, que Cristina luego obsequiaba a invitados o viajeros (Hugo Chávez se llevó una, por ejemplo). No les alcanzó para exhibirlo, era demasiado ortodoxo. Al menos, en relación con Bergoglio. Y este párroco, ya apartado de su función por la edad, cada tanto asiste en el consejo espiritual a la hermana de Néstor, la ministra Alicia, futura candidata a una diputación bonaerense.

Nada alivió el desencuentro con Bergoglio. Se hizo intensa la ofensiva oficial para provocar algún tipo de división en la Iglesia, esa especialidad característica del kirchnerismo. Lo denunciaron con razón y sin ella por su pasado en períodos militares, no aparecían los que hoy lo defienden como si entonces evitaran exponerse. Típico de la Argentina. Mientras, Bergoglio podía compartir habitación con un anciano dinosaurio y menemista como su colega Ogñenovich, al mismo tiempo que derivaba la mayor parte de las ayudas económicas al padre Pepe en las villas, supuestamente de izquierda por su vocación social. Y, en el orden interno, ni una fisura: controlaba la institución con mano férrea, imponía control sobre su tropa pastoral, era implacable en el ejercicio del poder. Casi como Néstor. No es casual, ambos eran de raíz peronista. Hasta pocas horas antes del imprevisto ascenso papal, todavía Cristina sostuvo su interminable reyerta y en un discurso precisó que ella era católica devota pero disidente de la jerarquía local. El día previo a la designación del ahora Francisco, le ocuparon su tribuna: la Catedral. No era la primera vez aunque resultó un asalto más benigno que otros desbordes de adláteres de Cristina que, debe suponerse, Ella desconocía. Tanta incompatibilidad, claro, explica la indigestión dolorosa: se entroniza en Roma un enemigo al que, por otra parte, se sospechaba fuera de juego porque ya había pedido su retiro del cargo. Doble estupor. Ahora, a pesar de la distancia y del cambio de prioridades, el que fuera padre Bergoglio constituye una amenaza al poder kirchnerista. Al menos, así lo observan en bandadas los habitués de la Casa Rosada.

Miran con temor a mediano plazo: si el papa Francisco viene en julio a la Argentina, como complemento de un viaje a Brasil por un congreso de juventudes, habrá que aguardar concentraciones masivas, un fervor celestial alineado tras su figura. Y no precisamente favorable al Gobierno, aunque el Pontífice evite referencias domésticas. Pero esos episodios suman y restan en la etapa previa a las elecciones de octubre. Tan evidente esa realidad como el recuerdo de otro papa que, luego de ser ungido, volvió a su tierra polaca, hizo más líder a un sindicalista como Lech Walesa y sin duda contribuyó al desmoronamiento del gobierno comunista. Repasar la historia a veces genera estremecedoras pesadillas, hasta en los iniciados en el “relato”.

Sábado 16 de marzo de 2013, 
por ROBERTO GARCÍA

http://www.urgente24.com/211921-14-audiencias-le-pidio-bergoglio-a-cristina-y-ella-no-lo-recibio


2.- “Por mantener el silencio, en este país tuvimos 30 mil desaparecidos”


Estela Carlotto le respondió al cardenal Bergoglio y pidió que la Iglesia sea “muy cuidadosa” cuando apoya a un candidato.

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“Vivimos en un país libre y todos tenemos derecho a opinar, pero la Iglesia debe ser muy cuidadosa cuando en épocas electorales toma partido casi directamente por uno de los candidatos a jefe de Gobierno.” Con esas palabras, la titular de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, se enfrentó a la homilía que el arzobispo Jorge Bergoglio le dedicó al Gobierno: durante la misa de Corpus Christi, realizada el sábado en Plaza de Mayo, el cardenal primado de la Argentina había criticado “la falta de diálogo institucional” y a los que “maldicen para atrás porque intentan sacar ventaja para el presente”, alusiones cuyo evidente blanco fue la intervención del presidente Néstor Kirchner en la campaña porteña, con dardos dirigidos a Mauricio Macri.

La respuesta oficial fue pronunciada el mismo día por Aníbal Fernández, ministro del Interior. “Si a la religión se la utiliza como bandera política, no es la Iglesia de Cristo”, dijo. El cruce vuelve a exhibir la tensión entre el Gobierno y las autoridades eclesiásticas. Ayer se extendió la polémica. Los dichos de Bergoglio “no contribuyen al diálogo necesario entre la Iglesia y el Estado en un momento muy delicado de esa relación”, consideró Estela de Carlotto. Para la presidenta de Abuelas, la insistencia de Bergoglio en no volver sobre el pasado redunda en favor de la estrategia proselitista de Macri. “Por no hablar y mantener el silencio, en este país tuvimos 30 mil desaparecidos y 560 nietos apropiados por represores”, asunto sobre el que –recordó– los organismos de derechos humanos aún están “esperando que la Iglesia haga una autocrítica sobre su actuación durante la última dictadura”. “Hay una postura en el arzobispo en el sentido de reivindicar lo que fue la dictadura. Lo ha hecho antes y lo hace ahora cuando dice que no se revise el pasado”, se sumó al debate el sociólogo Fortunato Mallimaci, consultado por la agencia de noticias Télam. “Tanto las palabras de Bergoglio, como la participación activa de sectores vinculados a la Vicaría de Educación del Arzobispado de Buenos Aires en la campaña desarrollada por Mauricio Macri, desprestigian a la Iglesia como institución.” Según el ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), las opiniones del religioso “son coherentes” con su postura histórica: Mallimaci recordó la adhesión enviada por el cardenal al acto organizado por Cecilia Pando en la Plaza San Martín en homenaje a “las víctimas de la guerrilla” en los ’60 y ’70, y en reclamo de una amnistía para los militares procesados por intervenir en la represión ilegal.

“Existe mucho malestar” en el interior de la Iglesia y en la “mayoría del pueblo católico por la postura del cardenal”, dijo Mallimaci. “Hay muchos sacerdotes y obispos que rechazan la intromisión de Bergoglio en la vida política partidaria.” Especializado en temas vinculados a la práctica religiosa y el catolicismo, el sociólogo mostró su sorpresa por el “generoso espacio que los medios dieron a las palabras del cardenal” a pocos días del ballottage para definir quién será el próximo jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. “Llama la atención la relevancia que los medios les dieron a las palabras de Bergoglio, quien estuvo veinte días fuera del país y, apenas arribado, es tapa de todos los diarios.” En ese contexto, estimó “relevante analizar el vínculo entre el cardenal y algunas empresas periodísticas que al mismo tiempo cierran la posibilidad de expresión a las voces disonantes dentro de la Iglesia”.

Página 12, 
11 de junio del 2007

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-86395-2007-06-11.html


3.- El jesuita Jalics afirma que Bergoglio no lo denunció durante la dictadura militar

Asegura que el y Yorio fueron secuestrados por trabajar con una catequista que después ingreso en la guerrilla. Bueno, mire Massera, yo quiero que aparezcan, le había advertido el hoy Papa al represor. Fran­cis­co Ja­lics, uno de los dos je­sui­tas se­cues­tra­dos du­ran­te la dic­ta­du­ra mi­li­tar, ase­gu­ró que Jor­ge Ber­go­glio, el ac­tual pa­pa Fran­cis­co, no lo de­nun­ció an­te la jun­ta mi­li­tar. 

"Es­tos son los he­chos: Or­lan­do Yo­rio y yo no fui­mos de­nun­cia­dos por Ber­go­glio", afir­mó Ja­lics en un co­mu­ni­ca­do pu­bli­ca­do en la pá­gi­na web de los je­sui­tas en Ale­ma­nia y que fue di­fun­di­do ayer por una agen­cia in­ter­na­cio­nal. Po­co des­pués de la elec­ción de Ber­go­glio co­mo Pa­pa sur­gie­ron in­for­ma­cio­nes que apun­ta­ban a que és­te no ayu­dó lo su­fi­cien­te a Ja­lics y Yo­rio, que for­ma­ban par­te de su con­gre­ga­ción y que fue­ron se­cues­tra­dos y tor­tu­ra­dos en 1976. En aque­llos años, el Su­mo Pon­tí­fi­ce era el su­pe­rior pro­vin­cial de los je­sui­tas en la Ar­gen­ti­na y los cu­ras se­cues­tra­dos -que fue­ron li­be­ra­dos me­ses des­pués- per­te­ne­cían a su or­den. 

Se­gún acla­ró aho­ra Ja­lics, que vi­ve en una ca­sa en Ba­vie­ra, es fal­so su­po­ner que su se­cues­tro y el de Yo­rio "se pro­du­je­ron por ini­cia­ti­va del pa­dre Ber­go­glio". 

To­do acla­ra­do

"An­tes me in­cli­na­ba por la idea de que ha­bía­mos si­do víc­ti­mas de una de­nun­cia. Pe­ro a fi­nes de los 90, des­pués de nu­me­ro­sas con­ver­sa­cio­nes, me que­dó cla­ro que esa su­po­si­ción era in­fun­da­da", aña­dió el je­sui­ta. Ja­lics acla­ró aho­ra ade­más que Yo­rio y él fue­ron se­cues­tra­dos por su co­ne­xión con una ca­te­quis­ta, que pri­me­ro tra­ba­jó jun­to a ellos y "lue­go in­gre­só en la gue­rri­lla". "Du­ran­te nue­ve me­ses no la vi­mos más, pe­ro dos o tres días des­pués de su de­ten­ción tam­bién fui­mos de­te­ni­dos. El ofi­cial que me in­te­rro­gó me pi­dió los do­cu­men­tos. Cuan­do vio que ha­bía na­ci­do en Bu­da­pest cre­yó que era un es­pía ru­so", in­di­có. "En la con­gre­ga­ción je­sui­ta ar­gen­ti­na y en cír­cu­los ca­tó­li­cos se ex­ten­die­ron en los años pre­vios in­for­ma­cio­nes fal­sas que indican que nos ha­bía­mos mu­da­do a los ba­rrios ca­ren­cia­dos por­que per­te­ne­cía­mos a la gue­rri­lla. Pe­ro ése no era el ca­so. Su­pon­go que es­tos ru­mo­res fue­ron mo­ti­va­dos por el he­cho de que no fui­mos li­bera­dos in­me­dia­ta­men­te", aña­dió. 

En sus pri­me­ras de­cla­ra­cio­nes, Ja­lics re­co­no­ció que no fue has­ta años des­pués de su li­be­ra­ción y de ha­ber de­ja­do Ar­gen­ti­na que ha­bló so­bre lo su­ce­di­do con el ex ar­zo­bis­po de Bue­nos Ai­res. "Des­pués ce­le­bra­mos jun­tos una mi­sa y nos abra­za­mos so­lem­ne­men­te. Yo me he re­con­ci­lia­do con lo su­ce­di­do y con­si­de­ro, por lo me­nos por mi par­te, el asun­to ce­rra­do", ase­gu­ró so­bre su se­cues­tro en 1976. Ape­nas ha­bía fi­na­li­za­do el cón­cla­ve en el que Fran­cis­co re­sul­tó elec­to, Ja­lics ha­bía pu­bli­ca­do otro co­mu­ni­ca­do en el que di­jo que no pue­de "juz­gar el pa­pel de Ber­go­glio en es­tos su­ce­sos" pe­ro, de­bi­do a que esa fra­se que­dó abier­ta a di­ver­sas in­ter­pre­ta­cio­nes, aho­ra el je­sui­ta emi­tió otro es­cri­to en el que des­li­gó con ma­yor con­tun­den­cia al ac­tual Pa­pa de aque­llos he­chos. A to­do es­to, el ac­tual Pa­pa ase­gu­ró ha­ber­se "mo­vi­do" pa­ra in­ten­tar ob­te­ner la li­be­ra­ción de los je­sui­tas Yo­rio y Ja­lics, al brin­dar su tes­ti­mo­nio an­te la Jus­ti­cia en 2010, en el mar­co de la cau­sa que in­ves­ti­ga los crí­me­nes co­me­ti­dos en la Esma.

Un vi­deo re­ve­la­dor

"Bue­no, mi­re Mas­se­ra, yo quie­ro que apa­rez­can", sos­tu­vo Ber­go­glio al re­cons­truir el diá­lo­go que man­tu­vo con el en­ton­ces co­man­dan­te de la Ma­ri­na so­bre la de­sa­pa­ri­ción de los dos je­sui­tas en ple­na dic­ta­du­ra y que se co­no­ció a tra­vés de un vi­deo am­plia­men­te di­fun­di­do ayer por las re­des so­cia­les. El tes­ti­mo­nio del aho­ra pa­pa Fran­cis­co se pro­du­jo el 8 de no­viem­bre de 2010 an­te el Tri­bu­nal Oral Fe­de­ral 5 co­mo par­te del jui­cio oral y pú­bli­co por los crí­me­nes de le­sa hu­ma­ni­dad co­me­ti­dos en la Es­cue­la de Me­cá­ni­ca de la Ar­ma­da (Esma). En el vi­deo que se dio a co­no­cer so­bre aque­lla de­cla­ra­ción de ha­ce más de dos años, se lo ve a Ber­go­glio afir­man­do que, en cuan­to co­no­ció el se­cues­tro de sus com­pa­ñe­ros, em­pe­zó a "mo­ver­se" pa­ra in­ten­tar con­se­guir su li­be­ra­ción. El ex ar­zo­bis­po com­pa­re­ció an­te la Jus­ti­cia en ca­li­dad de tes­ti­go, en me­dio de acu­sa­cio­nes que aún per­sis­ten con­tra su fi­gu­ra por una pre­sun­ta fal­ta de "pro­tec­ción" del ac­tual Su­mo Pon­tí­fi­ce so­bre aque­llos dos je­sui­tas de­te­ni­dos y de­sa­pa­re­ci­dos por el ré­gi­men mi­li­tar. "De he­cho me reu­ní dos ve­ces con el co­man­dan­te de la Ma­ri­na en ese mo­men­to (Mas­se­ra). La pri­me­ra vez me es­cu­chó y me di­jo que iba a ave­ri­guar, por­que no sa­bía", re­la­tó Ber­go­glio en las imá­ge­nes que tras­cen­die­ron. Y aña­dió: "Le di­je que es­tos pa­dres no tie­nen que ver con na­da ra­ro. Que­dó en con­tes­tar. Co­mo no con­tes­tó, al ca­bo de un par de me­ses pe­dí una se­gun­da en­tre­vis­ta, mien­tras ha­cía otro ti­po de ges­tio­nes. Era ca­si se­gu­ro que los te­nían ellos. Di­go ca­si por­que la se­gu­ri­dad to­tal la tu­ve cuan­do ellos me lo con­ta­ron. Ahí la en­tre­vis­ta fue muy fea. No lle­gó a los diez mi­nu­tos". Y re­cor­dó: "Él me di­jo ‘bue­no, mi­re, lo que pa­sa es que yo ya le di­je a (Adol­fo) Tor­to­lo’ (pre­si­den­te del Epis­co­pa­do). Y yo le di­je ‘bue­no, mi­re Mas­se­ra, yo quie­ro que apa­rez­can’". 

El Go­bier­no, en sin­to­nía

A to­do es­to, y con una ac­ti­tud ab­so­lu­ta­men­te di­fe­ren­te a la de días atrás, el Go­bier­no, a tra­vés del je­fe de Ga­bi­ne­te, Juan Ma­nuel Abal Me­di­na, ase­gu­ró ayer que "son men­ti­ras" las ver­sio­nes que in­di­ca­ban que el Go­bier­no es­ta­ba "eno­ja­do" con Ber­go­glio. De es­ta for­ma, el Go­bier­no dio otro pa­so en su vo­lun­tad de ini­ciar una nue­va eta­pa en la re­la­ción, lue­go de los ro­ces que hu­bo en­tre am­bos du­ran­te los úl­ti­mos diez años. Y por si fuera poco, Abal Me­di­na cues­tio­nó a los me­dios que en lu­gar de ce­le­brar la de­sig­na­ción del pa­pa Fran­cis­co "in­ven­tan" que el Go­bier­no es­ta­ba "eno­ja­do".

Fecha: 21/03/2013

http://www.puntal.com.ar/imprimir_noticia_portal.php?id=113510






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