1.- 14 audiencias le pidió Bergoglio a Cristina, y ella no lo recibió
Provocó sorpresa que Cristina Fernández de Kirchner, en su carta al papa Francisco —más allá de su tono estrictamente protocolar—, se presentará como Dra. Los presidentes no firman anteponiendo su título universitario.
En verdad, las personas educadas sólo anteceden el título a su nombre cuando se trata de una cuestión exclusivamente profesional (se trata de informar un título, no de fanfarronear honores). Luego, los abogados son mal llamados "doctores" aunque la mayoría no lo son. Doctor en Ciencias Jurídicas es una categoría a la que Cristina Fernández no llegó, y mucha controversias existen acerca de la calidad de su propio título de Licenciada en Abogacía.
Cristina usurpando títulos y honores fue muy comentado como consecuencia de esa misiva al Papa argentino. Y fue el arranque de otras reflexiones, que el autor de la nota puso en negro sobre blanco:
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Diario Perfil). Nunca lo recibió. Nunca quiso recibirlo en su gobierno. A pesar de que Jorge Bergoglio, según se contaba en sus inmediaciones, al menos en catorce oportunidades intentó conseguir audiencia con la Presidenta. Y nadie imagina que esos pedidos de diálogo estuvieran vinculados a nimios problemas personales o a intereses espurios. Curiosamente ahora, en este viaje a Roma de Cristina de Kirchner, se vuelve paradojal aquel olímpico desprecio para recibir a ese curita de parroquia que oficiaba en la Catedral. Más: podría decirse que Ella disfrutaría como una elegida si en el trámite de la asunción papal fuera distinguida con una deferencia, una entrevista, y sobre todo una fotografía. Sabrá Dios, y en todo caso su vicario católico, lo que habrá de ocurrir este martes si Ella vuela. La etapa previa estuvo regida por una felicitación gélida a Francisco, encabezada en “mi nombre” y luego en “el del pueblo”, para más tarde aconsejarlo en un discurso sobre cómo dirigir la Iglesia Católica al tiempo que lo reconocía como delegado religioso latinoamericano, salteándose su origen argentino. Demasiadas prevenciones, atajos y subterfugios para observar un hecho universal, referido a 1.200 millones de católicos, como si ello estuviera relacionado con su gestión. Explicable la reserva: se debe admitir que el matrimonio Kirchner se revolvía contra Bergoglio desde los tiempos en que gobernaba Néstor, sobre todo después de una homilía (2004) en la que el cardenal aludió, entre otros puntos sensibles, a la corrupción. Por aquella época, enfurecido, el jefe de Estado llegó a hablar de que el Diablo podía estar bajo una sotana, ordenó revisar los aportes del Estado a la Iglesia y, como represalia pública, suspendió el tedéum en la Catedral para volver afónica la voz de Bergoglio. Y, en compensación oral, le cedió ese rubro estelar a un obispo favorito de provincia (Maccarone, Santiago del Estero), el mismo que luego –videos mediante, tan salaces como el de algunas actrices de moda– debió ser exiliado por debilidades sexuales frecuentes en otros sacerdotes del mundo. Fracasó esa experiencia sustituta con un cura de perfil más progresista que Bergoglio, pero tampoco prosperó inclinarse por otro de tendencia más de derecha y al borde de la jubilación (tarea de cooptación encarnada por Julio De Vido, igual a la que realiza con los intendentes), un prelado que rondó en ocasiones por la Casa Rosada y en sus visitas proveía de vírgenes de Luján de yeso, de tamaños diversos, que Cristina luego obsequiaba a invitados o viajeros (Hugo Chávez se llevó una, por ejemplo). No les alcanzó para exhibirlo, era demasiado ortodoxo. Al menos, en relación con Bergoglio. Y este párroco, ya apartado de su función por la edad, cada tanto asiste en el consejo espiritual a la hermana de Néstor, la ministra Alicia, futura candidata a una diputación bonaerense.
Nada alivió el desencuentro con Bergoglio. Se hizo intensa la ofensiva oficial para provocar algún tipo de división en la Iglesia, esa especialidad característica del kirchnerismo. Lo denunciaron con razón y sin ella por su pasado en períodos militares, no aparecían los que hoy lo defienden como si entonces evitaran exponerse. Típico de la Argentina. Mientras, Bergoglio podía compartir habitación con un anciano dinosaurio y menemista como su colega Ogñenovich, al mismo tiempo que derivaba la mayor parte de las ayudas económicas al padre Pepe en las villas, supuestamente de izquierda por su vocación social. Y, en el orden interno, ni una fisura: controlaba la institución con mano férrea, imponía control sobre su tropa pastoral, era implacable en el ejercicio del poder. Casi como Néstor. No es casual, ambos eran de raíz peronista. Hasta pocas horas antes del imprevisto ascenso papal, todavía Cristina sostuvo su interminable reyerta y en un discurso precisó que ella era católica devota pero disidente de la jerarquía local. El día previo a la designación del ahora Francisco, le ocuparon su tribuna: la Catedral. No era la primera vez aunque resultó un asalto más benigno que otros desbordes de adláteres de Cristina que, debe suponerse, Ella desconocía. Tanta incompatibilidad, claro, explica la indigestión dolorosa: se entroniza en Roma un enemigo al que, por otra parte, se sospechaba fuera de juego porque ya había pedido su retiro del cargo. Doble estupor. Ahora, a pesar de la distancia y del cambio de prioridades, el que fuera padre Bergoglio constituye una amenaza al poder kirchnerista. Al menos, así lo observan en bandadas los habitués de la Casa Rosada.
Miran con temor a mediano plazo: si el papa Francisco viene en julio a la Argentina, como complemento de un viaje a Brasil por un congreso de juventudes, habrá que aguardar concentraciones masivas, un fervor celestial alineado tras su figura. Y no precisamente favorable al Gobierno, aunque el Pontífice evite referencias domésticas. Pero esos episodios suman y restan en la etapa previa a las elecciones de octubre. Tan evidente esa realidad como el recuerdo de otro papa que, luego de ser ungido, volvió a su tierra polaca, hizo más líder a un sindicalista como Lech Walesa y sin duda contribuyó al desmoronamiento del gobierno comunista. Repasar la historia a veces genera estremecedoras pesadillas, hasta en los iniciados en el “relato”.
Sábado 16 de marzo de 2013,
por ROBERTO GARCÍA
http://www.urgente24.com/211921-14-audiencias-le-pidio-bergoglio-a-cristina-y-ella-no-lo-recibio
2.- “Por mantener el silencio, en este país tuvimos 30 mil desaparecidos”
Estela Carlotto le respondió al cardenal Bergoglio y pidió que la Iglesia sea “muy cuidadosa” cuando apoya a un candidato.
“Vivimos en un país libre y todos tenemos derecho a opinar, pero la Iglesia debe ser muy cuidadosa cuando en épocas electorales toma partido casi directamente por uno de los candidatos a jefe de Gobierno.” Con esas palabras, la titular de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, se enfrentó a la homilía que el arzobispo Jorge Bergoglio le dedicó al Gobierno: durante la misa de Corpus Christi, realizada el sábado en Plaza de Mayo, el cardenal primado de la Argentina había criticado “la falta de diálogo institucional” y a los que “maldicen para atrás porque intentan sacar ventaja para el presente”, alusiones cuyo evidente blanco fue la intervención del presidente Néstor Kirchner en la campaña porteña, con dardos dirigidos a Mauricio Macri.
La respuesta oficial fue pronunciada el mismo día por Aníbal Fernández, ministro del Interior. “Si a la religión se la utiliza como bandera política, no es la Iglesia de Cristo”, dijo. El cruce vuelve a exhibir la tensión entre el Gobierno y las autoridades eclesiásticas. Ayer se extendió la polémica. Los dichos de Bergoglio “no contribuyen al diálogo necesario entre la Iglesia y el Estado en un momento muy delicado de esa relación”, consideró Estela de Carlotto. Para la presidenta de Abuelas, la insistencia de Bergoglio en no volver sobre el pasado redunda en favor de la estrategia proselitista de Macri. “Por no hablar y mantener el silencio, en este país tuvimos 30 mil desaparecidos y 560 nietos apropiados por represores”, asunto sobre el que –recordó– los organismos de derechos humanos aún están “esperando que la Iglesia haga una autocrítica sobre su actuación durante la última dictadura”. “Hay una postura en el arzobispo en el sentido de reivindicar lo que fue la dictadura. Lo ha hecho antes y lo hace ahora cuando dice que no se revise el pasado”, se sumó al debate el sociólogo Fortunato Mallimaci, consultado por la agencia de noticias Télam. “Tanto las palabras de Bergoglio, como la participación activa de sectores vinculados a la Vicaría de Educación del Arzobispado de Buenos Aires en la campaña desarrollada por Mauricio Macri, desprestigian a la Iglesia como institución.” Según el ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), las opiniones del religioso “son coherentes” con su postura histórica: Mallimaci recordó la adhesión enviada por el cardenal al acto organizado por Cecilia Pando en la Plaza San Martín en homenaje a “las víctimas de la guerrilla” en los ’60 y ’70, y en reclamo de una amnistía para los militares procesados por intervenir en la represión ilegal.
“Existe mucho malestar” en el interior de la Iglesia y en la “mayoría del pueblo católico por la postura del cardenal”, dijo Mallimaci. “Hay muchos sacerdotes y obispos que rechazan la intromisión de Bergoglio en la vida política partidaria.” Especializado en temas vinculados a la práctica religiosa y el catolicismo, el sociólogo mostró su sorpresa por el “generoso espacio que los medios dieron a las palabras del cardenal” a pocos días del ballottage para definir quién será el próximo jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. “Llama la atención la relevancia que los medios les dieron a las palabras de Bergoglio, quien estuvo veinte días fuera del país y, apenas arribado, es tapa de todos los diarios.” En ese contexto, estimó “relevante analizar el vínculo entre el cardenal y algunas empresas periodísticas que al mismo tiempo cierran la posibilidad de expresión a las voces disonantes dentro de la Iglesia”.
Página 12,
11 de junio del 2007
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-86395-2007-06-11.html
3.- El jesuita Jalics afirma que Bergoglio no lo denunció durante la dictadura militar
Asegura que el y Yorio fueron secuestrados por trabajar con una catequista que después ingreso en la guerrilla. Bueno, mire Massera, yo quiero que aparezcan, le había advertido el hoy Papa al represor. Francisco Jalics, uno de los dos jesuitas secuestrados durante la dictadura militar, aseguró que Jorge Bergoglio, el actual papa Francisco, no lo denunció ante la junta militar.
"Estos son los hechos: Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio", afirmó Jalics en un comunicado publicado en la página web de los jesuitas en Alemania y que fue difundido ayer por una agencia internacional. Poco después de la elección de Bergoglio como Papa surgieron informaciones que apuntaban a que éste no ayudó lo suficiente a Jalics y Yorio, que formaban parte de su congregación y que fueron secuestrados y torturados en 1976. En aquellos años, el Sumo Pontífice era el superior provincial de los jesuitas en la Argentina y los curas secuestrados -que fueron liberados meses después- pertenecían a su orden.
Según aclaró ahora Jalics, que vive en una casa en Baviera, es falso suponer que su secuestro y el de Yorio "se produjeron por iniciativa del padre Bergoglio".
Todo aclarado
"Antes me inclinaba por la idea de que habíamos sido víctimas de una denuncia. Pero a fines de los 90, después de numerosas conversaciones, me quedó claro que esa suposición era infundada", añadió el jesuita. Jalics aclaró ahora además que Yorio y él fueron secuestrados por su conexión con una catequista, que primero trabajó junto a ellos y "luego ingresó en la guerrilla". "Durante nueve meses no la vimos más, pero dos o tres días después de su detención también fuimos detenidos. El oficial que me interrogó me pidió los documentos. Cuando vio que había nacido en Budapest creyó que era un espía ruso", indicó. "En la congregación jesuita argentina y en círculos católicos se extendieron en los años previos informaciones falsas que indican que nos habíamos mudado a los barrios carenciados porque pertenecíamos a la guerrilla. Pero ése no era el caso. Supongo que estos rumores fueron motivados por el hecho de que no fuimos liberados inmediatamente", añadió.
En sus primeras declaraciones, Jalics reconoció que no fue hasta años después de su liberación y de haber dejado Argentina que habló sobre lo sucedido con el ex arzobispo de Buenos Aires. "Después celebramos juntos una misa y nos abrazamos solemnemente. Yo me he reconciliado con lo sucedido y considero, por lo menos por mi parte, el asunto cerrado", aseguró sobre su secuestro en 1976. Apenas había finalizado el cónclave en el que Francisco resultó electo, Jalics había publicado otro comunicado en el que dijo que no puede "juzgar el papel de Bergoglio en estos sucesos" pero, debido a que esa frase quedó abierta a diversas interpretaciones, ahora el jesuita emitió otro escrito en el que desligó con mayor contundencia al actual Papa de aquellos hechos. A todo esto, el actual Papa aseguró haberse "movido" para intentar obtener la liberación de los jesuitas Yorio y Jalics, al brindar su testimonio ante la Justicia en 2010, en el marco de la causa que investiga los crímenes cometidos en la Esma.
Un video revelador
"Bueno, mire Massera, yo quiero que aparezcan", sostuvo Bergoglio al reconstruir el diálogo que mantuvo con el entonces comandante de la Marina sobre la desaparición de los dos jesuitas en plena dictadura y que se conoció a través de un video ampliamente difundido ayer por las redes sociales. El testimonio del ahora papa Francisco se produjo el 8 de noviembre de 2010 ante el Tribunal Oral Federal 5 como parte del juicio oral y público por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma). En el video que se dio a conocer sobre aquella declaración de hace más de dos años, se lo ve a Bergoglio afirmando que, en cuanto conoció el secuestro de sus compañeros, empezó a "moverse" para intentar conseguir su liberación. El ex arzobispo compareció ante la Justicia en calidad de testigo, en medio de acusaciones que aún persisten contra su figura por una presunta falta de "protección" del actual Sumo Pontífice sobre aquellos dos jesuitas detenidos y desaparecidos por el régimen militar. "De hecho me reuní dos veces con el comandante de la Marina en ese momento (Massera). La primera vez me escuchó y me dijo que iba a averiguar, porque no sabía", relató Bergoglio en las imágenes que trascendieron. Y añadió: "Le dije que estos padres no tienen que ver con nada raro. Quedó en contestar. Como no contestó, al cabo de un par de meses pedí una segunda entrevista, mientras hacía otro tipo de gestiones. Era casi seguro que los tenían ellos. Digo casi porque la seguridad total la tuve cuando ellos me lo contaron. Ahí la entrevista fue muy fea. No llegó a los diez minutos". Y recordó: "Él me dijo ‘bueno, mire, lo que pasa es que yo ya le dije a (Adolfo) Tortolo’ (presidente del Episcopado). Y yo le dije ‘bueno, mire Massera, yo quiero que aparezcan’".
El Gobierno, en sintonía
A todo esto, y con una actitud absolutamente diferente a la de días atrás, el Gobierno, a través del jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, aseguró ayer que "son mentiras" las versiones que indicaban que el Gobierno estaba "enojado" con Bergoglio. De esta forma, el Gobierno dio otro paso en su voluntad de iniciar una nueva etapa en la relación, luego de los roces que hubo entre ambos durante los últimos diez años. Y por si fuera poco, Abal Medina cuestionó a los medios que en lugar de celebrar la designación del papa Francisco "inventan" que el Gobierno estaba "enojado".
Fecha: 21/03/2013
http://www.puntal.com.ar/imprimir_noticia_portal.php?id=113510
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